Quantcast
Channel: EducaPoker
Viewing all articles
Browse latest Browse all 6689

De Este a Oeste en caravana: Oklahoma, Texas, Nuevo México

$
0
0

Buenas noches desde las afueras de Albuquerque, donde aún siguen confundiéndose en la noche la tormenta que ha comenzado al atardecer y los fuegos artificiales clásicos de la celebración del día de la Independencia americano, el 4 de julio.

El viaje de hoy ha sido bastante más rápido que otros días, lo que nos ha permitido el lujo de poder visitar Albuquerque al final de la jornada. Además, nos han sucedido varias anécdotas curiosas dignas de un road trip como este.

Hemos vuelto a levantarnos temprano para ponernos en marcha a una hora decente, aunque hoy ha sido más difícil para todos ya que, además del cansancio acumulado de varios días de viaje, la cama del Marriott en el que nos alojamos anoche era bastante más cómoda que los otros días. Vaya, que se nos pegaban las sábanas, como se suele decir.

Lo primero que he notado al ponerme en pie es que "Piokari" estaba algo acatarrado: tantas horas de conducción y el frío del aire acondicionado le habían pasado un poco de factura, así que le hemos dado un poco de tregua y ha dormido un ratito en la caravana.

En la jornada de hoy las carreteras han sido prácticamente rectas, sin curvas, y lo que ayer ya se percibía como un ligero descenso de vegetación en el paisaje de la ruta se ha convertido, progresivamente, en un erial agreste en el que solo se veían algunos matojos en kilómetros y kilómetros a la redonda.

Con la falta de vegetación también venía la sensación de que los terrenos se iban quedando más y más despoblados conforme nos acercábamos a Texas y, entonces, nos dábamos cuenta de que quizá habíamos cometido un error grave. Esto sucedía al ver la tercera gasolinera consecutiva que estaba cerrada o abandonada, ya fuera por el 4 de julio o simplemente porque los dueños se habían marchado de allí.

Para llegar a esta tercera gasolinera hemos tenido que apartarnos un poco de la carretera principal y es entonces cuando hemos vivido una situación algo inquietante hasta el punto de que hemos temido durante unos minutos que nos fuese a suceder algo chungo.

El caso es que nos hemos puesto junto a la gasolinera abandonada, que estaba rodeada de vehículos oxidados, con la intención de grabar un vídeo simpático mostrando que estábamos un poco preocupados por ir con un cuarto de tanque de gasolina y ver que los tres últimos intentos de repostar habían sido un fiasco. El vídeo no he podido subirlo, ya que hacía un viento tan terrible que no se oía absolutamente nada de lo que comentábamos.

Después de grabar el vídeo y cuando nos disponíamos a retomar la marcha, dos camionetas han llegado, en sentidos opuestos, y se han parado en el único cruce de la carretera que nos permitía volver a la carretera interestatal. Al principio no le hemos dado mucha importancia y hemos acabado de subirnos de vuelta a la caravana para seguir nuestro camino, pero poco después nos hemos dado cuenta de que los conductores de ambas camionetas se nos habían quedado mirando fijamente y que uno de ellos había sacado una escopeta del asiento del copiloto.

Os podréis imaginar la tensión que hemos vivido.

Por suerte, unos pocos minutos después se han puesto a charlar animadamente, se han despedido y cada uno ha seguido su camino, nosotros el nuestro, y hemos logrado llegar a una gasolinera perdida de la mano de Dios donde nos han atendido estupendamente. De hecho, el dueño, que era aficionado al poker y lamentaba mucho no poder ir a Las Vegas a jugar el Main Event, nos ha hecho prometer que volveríamos si alguno de nosotros ganaba el brazalete para que se pudiera hacer una foto con nosotros y colgarla en su pared todo orgulloso. Por supuesto, todos hemos accedido, al menos por dar motivo para sonreír al buen hombre.

Unos kilómetros después hemos abandonado Texas y hemos llegado a la frontera con Nuevo México, que nos ha recibido con una divertida emisora de radio que nos ha amenizado mucho el viaje hasta llegar a la parada para comer.

Tras un intento fallido de almorzar en un resturante hindú -que no indio- en el que al menos una docena de personas se nos ha quedado mirando al entrar, hemos parado para comer en un pequeño pueblo llamado Tucumcari. Por primera vez en varios días hemos disfrutado de una comida local, algo que hemos agradecido tras llevar cuatro días comiendo exclusivamente en franquicias americanas, que ya podréis imaginar que no son especialmente saludables.

La verdad es que tanto el bufé de ensalada -curioso concepto- como la carne que hemos pedido estaban a la altura del restaurante, cuya decoración también nos ha parecido muy divertida.

Unas pocas horas más, en las que hemos hecho una pequeña parada en una especie de tienda tribal india, nos separaban de Albuquerque, que al final ha demostrado ser una ciudad mucho más grande de lo que esperábamos, pues la densidad de población comparada con lo amplia que es como ciudad es ridícula.

Creo que no hemos visto un edificio de más de tres plantas. Lo que sí he visto pero no he podido fotografiar por la velocidad es una especie de puente para trenes que me ha recordado muchísimo a una escena de Breaking Bad. Hubiera apostado a que se trataba de la misma localización. Después he leído en Wikipedia que Breaking Bad se rueda íntegramente en Albuquerque, así que puede que el instinto no me haya fallado.

Tras decidir que íbamos a buscar el motel de carretera en las afueras para no complicarnos metiendo la enorme caravana por terrenos complicados, nos hemos ido a la salida de la ciudad y allí hemos planeado coger un taxi que nos llevase al centro para dar una vuelta, cenar y ver los fuegos del cuatro de julio.

Nuestro taxista, un tío muy majo, nos ha contado que este año en Albuquerque no hay fuegos artificiales por el 4 de julio debido a que el estado de Nuevo México se encuentra en alerta máxima de incendios y las celebraciones se habían limitado a las oficiales. Al menos, nos ha llevado a Oldtown, una zona muy bonita y que representa todo lo que puedes esperar de una ciudad así.

Además, el taxista nos ha recomendado un restaurante mexicano que, según él, era la joya de la ciudad, situado por aquella zona. Tras dar un par de vueltas en una tienda de curiosidades muy mexicanas, nos hemos acercado al restaurante, donde nos han atendido en español por primera vez en todo el viaje.

El camarero nos ha detenido cuando íbamos pidiendo cuatro platos para cinco personas recomendándonos no pedir más comida si es que teníamos hambre. Ha habido una fruncida de ceño colectiva seguida de una mirada colectiva sorprendida cuando ha empezado a venir la comida. Puedo afirmar con total certeza que este es el mejor restaurante mexicano en el que he comido a millas del segundo.

leer más


Viewing all articles
Browse latest Browse all 6689

Trending Articles