Hablando con Álvaro y Raúl durante el Estrellas de Marbella, este último nos decía que a pesar de que en España las estructuras de los torneos eran muy buenas, no había nada comparable con el Main Event de las WSOP.
Sobre esta base, y conociéndome como me conozco, imagino que jugaré un torneo muy tranquilo en el primer día. Entraré en muchas manos pero tratando de que los botes no sean grandes a menos que realmente la situación la vea muy clara.
Por lo que sé, en general el jugador americano, al contrario que el standard europeo, basa su juego fundamentalmente en el postflop, y esto hace que jueguen como débiles preflop manos fuertes que estamos acostumbrados a que se jueguen agresivamente.
En general, tomar el pulso de la mesa en la que te ha tocado jugar suele ser algo básico, pero si añadimos que a priori sus rangos son menos predecibles, en este caso pasa de ser básico a ser vital.
Si conseguimos pasar del primer día, y dando por hecho que me encuentro más confiado en como se está desarrollando la mesa, imagino que hasta la fase de burbuja haré un juego más standard y agresivo.
Si llegara la fase de burbuja y el posible ITM (¡ay si llegara!) cobrar se convertirá en el objetivo principal y único. No sólo por las cuestiones económicas que supone, sino también por el hecho de poder morirme habiendo hecho una caja en el Main de las WSOP.
El siguiente objetivo, superada esa fase, sería el top 100, para lo cual me imagino que habría que acelerar mucho e intentar robar la mayor cantidad de botes posibles.
Más allá de esa fase, directamente no planeo nada, me gusta soñar pero hasta los sueños deben tener un límite.
En general, lo único que voy a cambiar respecto a mis torneos habituales es la conciencia de que durante los primeros niveles debo estar muy atento a qué hacen mis rivales y con qué cartas, ya que creo que será bastante distinto a lo que estoy acostumbrado.